El cortometraja navarra ¿Dónde está Heleny? de la cineasta artajonesa Esther Vital es uno de filmes más laureados en la 64ª edición de ZINEBI – Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao, donde se ha alzado con dos galardones: Mejor corto de animación y Premio del público. La obra es una coproducción hispano-brasileña a cargo de la productiora navarra Tripulante Produce y Apto. 122.
Esta obra nos presenta la historia de Heleny Guariba, filósofa, profesora y directora de teatro que fue desaparecida en 1971 por la dictadura que tuvo lugar en Brasil. Está inspirada en las arpilleras, arte textil popular que surgió en Chile en respuesta a los horrores del régimen militar de Augusto Pinochet, que desvelaban lo que las palabras no podían contar.
Charlamos con la directora, Esther Vital, y con la productora ejecutiva, Laura Martínez (Tripulante Produce), también montadoras de este cortometraje.
¿Qué supone este reconocimiento en ZINEBI?
Esther Vital: Para nosotros supone muchas cosas. Estrenar en ZINEBI ya era un sueño, primero porque hemos vivido en Bilbao, y esta ciudad siempre nos ha abierto muchas puertas y nos hemos sentido como en casa. Recibir un premio entonces, nos emociona profundamente. Por otro lado, este trabajo representa a un colectivo, es el reconocimiento del trabajo de muchas manos, porque este proyecto sólo ha sido posible gracias al trabajo de decenas de personas, desde las costureras hasta los familiares de Heleny que nos han confiado sus historias más intimas y muchas veces muy duras y desgarradoras. Han sido años de trabajo entre investigación, producción y finalización.
También supone el reconocimiento del valor expresivo del arte textil, de la costura, de las arpilleras, frecuentemente asociado al papel subalterno de la mujer y que sin embargo, nuestra película muestra que tiene un gran valor expresivo, que puede ser una poderosa arma de resistencia política. Las arpilleras surgen de las manos de las mujeres familiares de personas desaparecidas en Chile durante la época de la dictadura con los medios más humildes que una pueda imaginar: restos de ropas, las suyas y las de los propios desaparecidos, agujas e hilos y sacos de patatas y harina. El arte de la pobreza, un arte absolutamente silencioso que se convirtió poco a poco en el medio clandestino más efectivo de comunicación para resistir la dictadura militar de Augusto Pinochet.
También supone el reconocimiento de la trayectoria de vida de Heleny Guariba, que fue un referente de mujer en el medio artístico y político de la época, y que había sufrido un doble desaparecimiento, primero el físico tras su asesinato, pero también el apagamiento histórico, de no haber sido reconocida su contribución artística, política y cultural. Pensamos que estos reconocimientos recolocan a Heleny en el lugar que debería ocupar en la historia brasileña, y que este tipo de referentes femeninos son fundamentales para las nuevas generaciones de mujeres.
Laura Martínez: Para nosotros, es un festival referencial por cercanía y por el tipo de proyectos a los que presta atención en su larga y magnífica trayectoria. Ser seleccionados y hacer el estreno nacional de la película en Zinebi ya era todo un honor y un hito. Ahora, con los dos premios, en los que jurado y público valoran el trabajo realizado, no podemos estar más orgullosos de todo el equipo formado, de los años de trabajo y especialmente de que la cruenta historia de esta mujer atípica salga a la luz y sirva para sensibilizar a la población.
Os ha reconocido el jurado y el público. ¿Cuál es más especial?
Esther Vital: Pues los dos son muy importantes. Creo que el que vengan juntos es lo que realmente nos hace sentir tan orgullosos. Porque es una historia que llega a la gente, que le toca, que no le deja indiferente, que aunque habla de una mujer en concreto toca temas que son universales y nos conecta. El del público representa mucho para nosotros porque estamos contando una historia muy dura, muy desgarradora. El público normalmente va al cine a pasárselo bien, a pasar un buen rato, y que hayan valorado esta película significa que hemos sido capaces de conmoverles. El del jurado nos hace muchísima ilusión porque reconoce y valida un lenguaje popular, una forma de animación que expresa más que por su virtuosismo por la capacidad de involucrar al espectador, de exponer situaciones sería imposible de hacerlo de otra forma.
Laura Martínez: Especial es que hayamos sido galardonados con los dos. Puede ser habitual cuando recibes uno u otro premio que te quede la sensación de que la peli haya sido o demasiado académica o demasiado popular. Por eso en este caso te queda una sensación completa de satisfacción y sobre todo de agradecimiento.
¿Qué planes tenéis para este film?
Esther Vital: Pues intentar que llegue al mayor número de gente posible. Que podamos pasarla en muchos más festivales en todo el mundo. De momento hasta final de año ya tenemos confirmadas algunas selecciones que significan mucho para nosotros. Estrenamos en Chile, en el Festival de Rengo. También nos han seleccionado en el CurtaCinema, que es el Festival Internacional de Cortometrajes de Rio de Janeiro, en Eslovenia, en el Animateka, en México en un festival de Stop Motion y en Cuba, en el Festival de Nuevo Cine Latinoamericano de la Habana. Aquí en España nos hemos inscrito en muchos festivales, y estamos esperando respuestas, queríamos llegar a un público amplio y al final hemos retrasado bastante el estreno precisamente por reservar la Premier Española para Zinebi.
Laura Martínez: Los planes iniciales hemos de decir que eran mucho menos ambiciosos que el de meternos en el circuito internacional de festivales especializados. Queríamos ayudar a tener una buena película para que fuera la herramienta perfecta para la sensibilización. Poco a poco la estrategia fue virando, obviamente seguíamos queriendo hacer el mejor film posible para que los profesionales del mundo del documental, de la animación, y del cine valoraran la película y fuera reconocida, en la medida de los posible, para ayudarnos a llegar al mayor número de personas y de público que, no olvidemos, es el fin último de estos documentales denuncia, o activistas.
Hablamos de memoria histórica, y lo que la memoria histórica necesita son altavoces, foros, espacios donde poder llevar el mensaje. Esto es mucho más sencillo si los profesionales del audiovisual lo valoran, premian a través de los maravillosos festivales que hay a lo largo y ancho del planeta permitiendo sensibilizar, conectar, mostrar o simplemente hacer reflexionar a muchos más público del que hubiéramos imaginado. Además se añade el factor espacial, de llegar a países tan diferentes culturalmente como Sudáfrica, Alemania, Corea de sur o Brasil.
¿Como ha sido su producción?
Esther Vital: Citando a Roberta Bacic, curadora e investigadora de arpilleras chilenas, hacer arpilleras es un proceso lento y doloroso, porque implica retratar el dolor para que otros lo vean. Hacer una película de animación Stop Motion es realmente una odisea, piensa que cada segundo de película son 12 fotos. Todos los efectos son efectos prácticos. Optamos por una forma de producción totalmente artesanal. Hemos hecho más de 20.000 fotos. La construcción de escenarios todos bordados, también es un trabajo arduo y meticuloso. Hemos montado casi 40 escenarios, decenas de personajes…
También queríamos involucrar a muchas bordadoras populares y artistas textiles en el proceso y para una de las escenas, en la que Heleny es prisionera en la ‘Torre de las doncellas’ hicimos una llamada abierta durante la pandemia, para que inspiradas en las historias de resiliencia que sobrevivieron a esta experiencia de privación máxima de libertad y aislamiento pudiesen dialogar con el momento de confinamiento que estábamos pasando y participasen de la creación de escenarios en esta escena. Decenas de mujeres participaron de un curso online donde juntamos mujeres expresas políticas y costureras que hicieron sus arpilleras y nos las mandaron. Luego yo tenía que animar en el estudio lo que llegaba, y claro, no podía dejar ninguna fuera. Al ser un documental animado, hay también un proceso de investigación muy apurado por detrás y mucho cuidado para tratar y retratar con respeto los testimonios que nos entregan. Cada detalle, cada puntada, tiene un porqué, tiene una referencia documental o testimonial. Desde que escribimos el primer guión hasta que estrenamos han pasado 7 años. Sacar un proyecto así adelante necesita también financiación, y eso también es un trabajo duro. Nosotros conseguimos un premio de creación de una institución cultural brasileña, el Itaú Cultural, que dió el impulso incial al proyecto y después conseguimos ampliar el financiamiento con una ayuda de la Ciudad de Sao Paulo.
Llegó un punto que pensamos que por el hecho de yo ser española, la mejor forma de sacar a delante el proyecto era buscar una coproducción internacional, que también le iba a abrir puertas a la peli de cara a la distribución. Vinimos a Navarra y entramos en contacto con NAPAR, y de ahí conseguimos cerrar un acuerdo con Tripulante Produce que ha sido fundamental para buscar financiación a través de Generazinema y posproducir la película.
¿Cómo llegáis a esta historia que denuncia una situación de violencia política de los años setenta?
Esther Vital: Bueno, yo estudio este lenguaje textil de las arpilleras desde 2008 y en verdad soy psicóloga comunitaria. He desarrollado y promovido proyectos con movimientos y organizaciones de mujeres en diferentes partes del mundo para retratar violencias y he vivido cómo las arpilleras tienen un profundo poder transformador. Transforman a las mujeres víctimas de violencia en sobrevivientes en defensoras de derechos humanos. Les ayudan a denunciar sus situaciones pero también a organizarse y a construir estrategias de lucha y confrontación colectivas.
Llegó un punto que yo quería llevar este lenguaje al cine, y con mi compañero, Giuliano Conti, que es cineasta y director de fotografía pensamos este proyecto. Buscamos la historia de una mujer que hubiese desaparecido en la dictadura, porque el corazón de la arpillera es la búsqueda por las personas desaparecidas. Y ahí me encontré con la historia de Heleny Guariba, que me impactó profundamente porque tuve una identificación muy grande con ella. Primero porque era una mujer que tenía muchas herramientas.
Era una reconocida directora de teatro, filósofa y profesora, había estado en Europa participando de experiencias de descentralización del teatro, de usar el teatro como una herramienta de concienciación política. En plena dictadura consiguió implementar una experiencia inspirada en el Teatro de la Cité de Roger Planchon, que desarrollaba en Lyon, ciudad operaria cerca de París, en Santo André, un barrio operario de Sao Paulo. Articuló a la secretaria de cultura, a sindicatos, instituciones culturales, en fin, entusiasmó a los propios actores, sus alumnos.
Con la primera obra de teatro que montó le dieron el premio de mejor directora, en el 68, cuando no había apenas directoras de teatro y ella tenía sólo 27 años. Sus alumnos son hoy personas super-reconocidas en Brasil con carreras superconsolidadas: Sonia Braga, Antonio Petrin, Celso Fratescchi, Dulce Muniz… Ahí surgen las preguntas, de todo lo que ella podría haber hecho si no la hubiesen asesinado, cuanto perdimos la sociedad con su pérdida, con la pérdida de estas personas que son de alguna manera visionarias. Y por otro lado, una mujer que lo tenía todo, fama, proyectos, dos hijos… qué tamaño de compromiso político y social tenía que le llevó a dejarlo todo y dar su vida por una causa, porque creía que era posible transformar Brasil. Después de conocer la historia de Heleny, la película tomó forma y las arpilleras pasaron a un segundo plano, a ser el lenguaje y Heleny tomó un protagonismo central.
¿Cómo ha sido el proceso de coproducción internacional?
Laura Martínez: En lo personal ha sido sencillo, desde la primera reunión que tuvimos vía telemática las dos productoras conectamos, vimos que teníamos las mismas aspiraciones, que íbamos por el mismo camino y que podríamos complementarnos.
En lo que a logística se refiere fue algo más complicado e hizo que se alargase bastante el proceso. El verano que íbamos a juntarnos para terminar la posproducción de forma presencial en la oficina de Tripulante Produce, en Pamplona, fue imposible que Esther y Giuliano viajaran por las complicaciones derivadas de la pandemia y tuvimos que seguir trabajando de manera temática, lo cual siempre complica y alarga un poco las cosas.
Por suerte, el Gobierno de Navarra fue bastante rápido y adaptó los tiempos de las ayudas de Generazinema lo cual nos ayudó mucho a poder terminar la película con calma y con todo el cariño que se merecía.
¿Por qué elegís la animación para contarlo?
Esther Vital: La animación contribuye a la expresión de experiencias de difícil comunicación y comprensión, como las experiencias traumáticas, fornecen una representación visual del pasado que no fue registrado por la cámara y de dimensiones intangibles de la realidad, torna imágenes de violencia más soportables para el espectador, conseguimos conectar con generaciones más jóvenes, disminuye la resistencia del espectador a la narrativa y promueve un estímulo a la empatía con los personajes. Por otro lado, a nivel de lenguaje pensamos que la animación stop motion, la costura y la memoria representan de alguna forma procesos análogos, como se construye una marca de memoria, a partir de una sinapsis en el cerebro, una foto en la animación y una puntada en la costura. Ayuda a materializar la memoria, a construir la memoria colectiva y a evidenciar que la construcción de la memoria es una proceso creativo.
La memoria es fluida, incompleta, imprecisa y subjetiva. Implica un proceso constructivo y una red de actores/actrices contribuyendo para su desarrollo continuo. La animación se presenta como una alternativa frente al exceso de memoria mediática y del exceso de consumo de imágenes referenciales. Este lenguaje ‘las arpilleras animadas’ exigen una mediación en la representación de la memoria y establece una relación entre la ausencia y presencia de los cuerpos, en el caso concreto de los/las desaparecidos. Por otro lado, el usar la animación no excluye que exista una fuerte relación con con archivos y centros de memoria, así como con las personas protagonistas.
¿Cómo veis el momento que vive la animación de Navarra?
Esther Vital: Creo que la animación está viviendo un momento de auge en Navarra, sin embargo, no veo que se esté promocionando ni haciendo la animación más artesanal que hacemos nosotros, ni animación Stop Motion en general. Pienso que pueden establecerse sinergias entre la animación 3D y digital y la Stop Motion y que puede ser un momento bueno para que trabajos como el nuestro puedan ir creándose un espacio.
Laura Martínez: El momento que la industria audiovisual en general está viviendo en Navarra es absolutamente espectacular. Obedece, como no podía ser de otra manera al tejido de profesionales que hay en Navarra incluso de Navarra que están fuera y que poco a poco o van volviendo o van creando red y tejido. Pero todo esto no habría sido posible si no llega a ser por la declaración de sector estratégico por parte del ejecutivo foral hace ya unos años. Hecho que ha posibilitado que haya una apuesta real para poder convertir Navarra en un territorio atractivo a todos los niveles para los estudios y los rodajes a través de legislación, ordenación de la industria en donde asociaciones como NAPAR, CLAVNA o la Navarra film Commission han jugado un papel fundamental y como no incentivo fiscal. La apuesta por la animación creemos que es una apuesta por la diferenciación que está dando ya frutos como películas que aprovechan todas las posibilidades que tiene la comunidad (patrimoniales, recursos artísticos (OSN, otros colectivos de músicos etc.) Este proyecto, por tanto, aúna esa pata de diferenciación como es la animación y algo en lo que creemos que Navarra puede estar bien orgullosa y en la punta de lanza que es el mundo del documental, en donde contamos con grandes documentalistas.
¿Y el cine navarro en general?
Esther Vital: El cine navarro está en auge y yo pienso que eso se debe al incentivo público y a la creación de políticas públicas específicas que ayudan a sacar proyectos adelante, en entender que las políticas culturales son prioritarias. Esto lo veo muy claro cuando lo comparo con otros contextos como el brasileño, donde hacer cine para la gente que vive en los márgenes es un acto de resistencia y donde no hay acceso a los medios de producción. El cine es una industria que genera riqueza, no sólo económica, que como industria mueve la economía circular y creativa, que tanto se habla ahora, pero también riqueza cultural. Ser un pueblo generador de cultura y no sólo consumidor de cultura es fundamental.
Laura Martínez: Creemos que hemos plasmado un poco la realidad de la industria audiovisual en la anterior respuesta pero quizás sí que nos gustaría apostillar que hemos de trabajar y tener mucho cuidado para velar porque este furor de atracción de proyectos no mate a las pequeñas empresas y productoras navarras que cuentan con una personalidad muy marcada y diferenciada y el mundo del cine puede ser muy agradecido en pantalla pero una guerra de guerrillas detrás de la cámara.