Pablo Berger (Bilbao, 1963) es máster en Cine por la NYU (New York University), donde realizó su cortometraje Truth and Beauty, nominado a los Emmy. Con su ópera prima, Torremolinos 73, se alzó con la Biznaga de Oro del Festival de Málaga y cuatro nominaciones a los Premios Goya. Blancanieves, su segundo largometraje, fue galardonado con la Concha de Plata a la Mejor Actriz y el Premio Especial del Jurado del Festival de San Sebastián (SSIFF) y diez Goya, entre ellos el de Mejor Película. Su anterior película, Abracadabra, consiguió ocho nominaciones de los Premios de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España.
Su último filme, Robot Dreams, su primera cinta de animación, tuvo su première internacional en la Sección Oficial del Festival de Cannes. También está compitiendo en la Sección Oficial-Contrechamp del Festival Annecy, el certamen internacional de animación más importante y de mayor envergadura, que se está celebrando desde este domingo 11 hasta el sábado 17 de junio.
¿Qué quieres contar con Robot Dreams?
Robot Dreams habla de la amistad y de las relaciones, pero sobre todo de su fragilidad. También habla del paso del tiempo y de la memoria. También es mi carta de amor a Nueva York, ciudad donde viví una década. Pero, por encima de todo, quiero que los espectadores sueñen despiertos mientras vean Robot Dreams, se olviden de sus problemas y pasen un buen rato.
¿Qué recorrido está teniendo el proyecto? ¿Cómo habéis recibido el estreno en Cannes?
Robot Dreams ha tenido su estreno mundial en la Selección Oficial de Cannes. En su presentación, el director del festival de Cannes, Thierry Fremoux, me preguntó si estaba nervioso, para su sorpresa le contesté que no. La verdad es que estaba feliz ya que después de cinco años de trabajo la película se encontraba por primera vez con una sala llena de público. Y qué mejor sitio para hacerlo que en el Festival de Cannes, el mayor influencer cinematográfico del mundo. La película ha sido recibida de maravilla. Buenas críticas y buenas ventas. ¡Qué más se puede pedir! Nuestra siguiente parada es el Festival de Annecy, el mayor y más importante festival de animación del mundo.
Es tu primera película de animación. ¿Alguna vez habías pensado que harías una película de animación? ¿Era algo que tenías en mente desde que querías ser cineasta o fue algo que surgió de forma natural, era lo que pedía esta historia?
En toda mi carrera nunca había pensado en hacer una película de animación. Nació, como dices, de forma natural. La película está basada en la novela gráfica del mismo nombre de Sara Varon. La leí hace más de diez años y me enamoré de la historia. Y por encima de todo me enamoré de sus personajes y del final. Por lo que si quería contar esta historia antropomórfica, con animales que se comportan como humanos y robots, o la hacía en dibujos animados o no se podía hacer. Como te puedes imaginar, a mis productores y a mí, nos encantan los retos.
¿Es muy diferente tu trabajo como guionista y director a la hora de contar y rodar una historia de animación y una con personas de carne y hueso?
Parece más diferente de lo que realmente es. Al final la materia principal con la que trabajamos los directores es la emoción. Y como director la busco siempre, ya sea en los actores o en los personajes animados que interpretan una escena. En el cine de imagen real diriges actores y en el de animación diriges animadores. Es verdad que los tiempos son muy diferentes. Mis rodajes de imagen real suelen durar dos meses. Nuestro rodaje “animado” de Robot Dreams ha durado dieciocho meses. Y llamo rodaje al tiempo que estuvimos trabajando en la animación.
En Robot Dreams se vuelve a plantear esa posibilidad de hacer películas sin diálogos. ¿Por qué? ¿Miras con añoranza al cine de los primeros albores? ¿O es que buscas hacer una película más universal, que no necesita de la palabra para el entendimiento?
No soy nostálgico en general, pienso que los mejores tiempos están siempre por llegar. Pero sí es verdad que la década de los años veinte fue la edad de oro del cine. El lenguaje cinematográfico llegó a su máxima sofisticación a finales de esta década basado solamente en el poder de la imagen. Incluso a día de hoy, las películas de Abel Gance o de Murnau siguen siendo obras maestras de alto voltaje. Lo que le hace al cine una expresión artística única es la escritura con imágenes gracias a la cámara y al arte del montaje. Sinceramente me siento un poco un terrorista cinematográfico al hacer por segunda vez un largometraje sin diálogos. Sin duda, contar con imágenes es más universal porque no necesita de la palabra, y por lo tanto del doblaje o del subtitulado al estrenarse en los diferentes países.
El cine de animación se suele asociar, o por lo menos por la gente no cercana al mundo del cine, con películas para niños. ¿Rompes una lanza a favor de este tipo de cine? ¿Crees que se pueden contar historias profundas y para adultos a través de la animación?
El cine de animación puede contar todo tipo de historias. Tanto para niños como para adultos, y además te puedes aproximar a todos los géneros cinematográficos posibles. La animación no tiene límite, ni en lo narrativo ni en lo formal, ya que la imaginación tampoco la tiene. Sin duda Robot Dreams es una película abierta, que no quiere excluir a ningún tipo de público. Sí, es una película para niños, pero también es una película para adultos. He querido tratar al niño como un adulto, y que el adulto recupere al niño que tiene dentro. Todavía hay demasiados prejuicios con el cine de animación, asociándolo siempre al cine infantil más comercial, aunque afortunadamente en los últimos años esta percepción está cambiado gracias a las películas de animación de Wes Anderson, o de Guillermo del Toro, o a películas europeas como La Vida de Calabacín o I lost my body. Aunque, sin duda, es la animación japonesa y en particular las películas de Ghibli quien más ha hecho por la animación contemporánea.
¿Cómo ves el mundo de la animación estatal en comparación con Europa y el resto del mundo?
Nuestra industria es sin duda una de las más importantes europeas. Basta recordar éxitos recientes como Klaus, Buñuel en el Laberinto de la Tortugas, la última de Tadeo Jones o Unicorn Wars. Vemos en ellas la gran variedad de técnicas y de historias de nuestras últimas producciones. Este año junto con Robot Dreams, se estrenarán, entre otras, la última película de Trueba They shot the piano player, El sueño de la Sultana de Isabel Herguera o Inspector Sun y la maldición de la viuda negra de Julio Soto . Tengo muchas ganas de ver las tres.
¿Ves a España como una futura potencia en el mundo de la animación? ¿Y cómo está Navarra en comparación con el resto del Estado?
España es, sin duda, una potencia en el mundo de la animación. En Europa solo nos supera Francia en número de producciones. En España hay talento, hay estudios de animación, hay escuelas… Vamos por el buen camino, pero no seamos solo triunfalistas, todavía hay mucho por hacer. Es importante que el gran momento que está viviendo la animación en España, y Navarra en particular, no sea un espejismo, algo pasajero. Necesitamos continuidad, ya que sin ella no hay industria.
Navarra en un tiempo récord gracias a sus ayudas fiscales ha conseguido ser un “canto de sirena” para muchas producciones audiovisuales tanto de imagen real como de animación. Mi anterior película, Abracadabra, también se rodó gran parte en Pamplona. Hemos vuelto a repetir con éxito la experiencia con Robot Dreams. Y como decía mi madre, no hay dos, sin tres…
Hemos leído en otras entrevistas que a tus productores no les planteas el siguiente proyecto que tienes en mente hasta que tienes algo avanzado; sin embargo, ¿tienes algún proyecto entre manos, nos podrías adelantar alguna pista?
En estos momentos me toca acompañar a mi “recién nacida” película por los festivales y por los países que se vaya estrenando. Así que durante un montón de meses estaré de promoción, haré de “madre de la artista” y viajaré con Robot y Dog, mis protagonistas, donde me necesiten. Lo hago encantado. Así que, de momento, mi siguiente película tendrá que esperar.